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Recuerdo como si fuera ayer esa mañana en Nueva York en la que con mundos de plástico inflables y togas azul celeste, del color del cielo, yo sentía estar en la cima del mundo. Después de Columbia todo lo que quisiera lograr para transformar el mundo sería posible. Las grandes multinacionales estaban siendo puestas en cintura por valientes héroes en la ONU que lograban por primera vez que todos se pusieran de acuerdo en unos principios rectores en temas de derechos humanos y empresas, y yo soñaba con abanderar este movimiento en mi país; el presidente de EEUU era Obama y en Colombia se hablaba de la PAZ.

Hoy, 5 años después, el mundo es otro… y yo soy otra. Mientras que en EEUU y en mi país cogen fuerza las voces de la guerra, las multinacionales y empresas en general siguen haciendo lo que se les viene en gana (con un mejor discurso y con ciertas excepciones), yo ya no sueño con lo mismo.

En un mundo en el que los que odian lo hacen con fuerza y convicción, y nos mantenemos idiotizados por los globitos rojos en nuestros teléfonos, reaccionando en lugar de accionando, siento cada vez más claro el llamado a radicalizar mi voz en el amor.

Cuántos días y noches he pasado preguntándome si estoy haciendo lo SUFICIENTE… Tal vez ni Nico podría contarles cuántas lágrimas he llorado sintiéndome impotente por no poder «arreglar» el mundo… Pero cuando vuelve a mi la claridad, la luz, esa que me envuelve y me hace volar, entiendo y acepto y me levanto y continúo… Porque este mundo sí que tiene solución, porque te tiene a ti y a mi, y a nosotros y… sólo necesitamos suficientes de nosotros para hacer la diferencia. Porque así como creamos este estado de cosas, con amor y paciencia, podemos darle la vuelta.

Pero necesitamos despertarnos, recordar y recobrar nuestro poder interior, las ganas de soñar de construir y arriesgarnos a tener una visión poderosa y transformadora. Necesitamos volver a creer… empezando por nosotros mismos. Necesitamos volver al amor*.

Hoy te invito a comprometerte con el amor, no con un amor romántico, ingenuo, débil, de película de Hollywood… sino con el amor poderoso, el que transmitía Gandhi, el que levantaba todos los días a Mandela, el que sostuvo a Martin Luther King, el que dicen que sentía Jorge Eliécer Gaitán por Colombia, el amor que todo lo puede, que todo lo transforma, que ve más allá de las aparentes diferencias y entiende que somos uno. Tu compromiso con el amor sí que es SUFICIENTE. Practica radicalmente el amor durante una semana y date cuenta el impacto que tiene en ti y en quienes te rodean tomando alguna de estas acciones:

  • Sé consciente de tus juicios hacia otros y hacia a ti.
  • Deja de quejarte. Si no estás tomando una acción concreta que transforme eso que te molesta, empieza… quejarte ¡NO APORTA!
  • Comete un acto de generosidad espontánea al día.
  • Perdona… desde el fondo del corazón… perdona.
  • Aprende a guardar silencio… en muchas muuuuuchas ocasiones, el silencio es la mejor respuesta.
  • Sé coherente. Revisa si estás alineado en lo que sientes, piensas, dices y haces.
  • Atrévete a escuchar a tu intuición, la voz de tu conciencia.
  • Atrévete a ser y expresar felicidad, el mundo necesita más sonrisas.
  • A G R A D E C E.

¿Que si estoy cambiando el mundo? Sí. Todos los días. De formas profundas e imperceptibles, mi mundo interno se transforma, y conmigo, el mundo se hace un mejor lugar. Ahora, ¿Contamos contigo?

CARO

«Volver al amor» es un bestseller escrito por Marianne Williamson, basado en Un Curso de Milagros. Si no lo has leído… empieza por ahí ¡YA! ;).